MICROPOLÍTICAS CÁLIDAS
Durante siglos los cuerpos femeninos han estado expuestos a miradas alienantes desde el arte, la religión, la publicidad, la moda o la pornografía. Miradas que regulan y despersonalizan; visiones que imponen cánones, causan heridas y provocan traumas. Tanto los cuerpos como los psiquismos se dislocan para encajar en modelos imposibles produciendo entes normados por poderes ejercidos desde diversos dispositivos de control.
El cuerpo femenino tratado como paisaje, expuesto para el placer de la mirada masculina, es un género artístico que tiene una larga tradición. No obstante, esta tradición ha sido desmontada y subvertida por la praxis de muchas artistas quienes han impugnado la carga política de esa mirada dominante. Empoderadas a través de la proyección de sus propios cuerpos como lugares de enunciación, como declaración de disidencia con respecto a pautas impuestas, engendran otras narrativas y construyen nuevas subjetividades.
La serie “Cuerpos cálidos” (Warm Bodies) de la artista María Raquel Cochez, es una de las más honestas y viscerales de su producción, y también es, sin proponérselo, profundamente política. Sus retratos de mujeres jóvenes y personas no binarias, todas ellas pertenecientes al círculo afectivo de la hija de la artista, son representadas en espacios íntimos, cálidos y seguros, confortables en sus cuerpos, sus sexualidades e identidades, introduciéndonos a un universo personal, recóndito y profundo, descubierto por los sorprendidos ojos de quien las ha plasmado en el lienzo.
Estas pinturas de color intenso y rasgos sugeridos, no son neutras. Cochez nos expone a estos retratos anónimos insertos en espacios íntimos pero que, no obstante, devienen en imágenes públicas al ser exhibidas en un espacio expositivo. Las desafiantes corporalidades emergentes apresadas en estos lienzos, proponen una expansión del territorio privado del cuerpo y de la intimidad de la habitación hacia el exterior, exhibiendo toda la autocomplacencia y autovalidación de los sujetos retratados, quienes visibilizan sus carnes, sus curvas, sus lozanas voluptuosidades, sus desafiantes juventudes al margen de los cánones dominantes, reivindicando la dimensión política de la vida privada.
Expuestas de este modo, la tranquila insolencia de estos cuerpos pertenecientes a mujeres y personas no binarias con nuevas y robustecidas subjetividades, se constituyen en la imagen misma de la resistencia y la resiliencia, en una micropolítica de la sensibilidad que amplía las posibilidades de novedosas tramas simbólicas, desplazando viejos significados y dando origen a nuevos imaginarios surgidos desde el poderío y la potencia que emanan de la propia autodeterminación.
(Gladys Turner Bosso, febrero 2022)